Todos tenemos esa luz en nuestro interior, la diferencia está, en quien la busca y en quien no. Porque el que la busca la encuentra y se sorprende así mismo cada día con cada paso que da.

Y no es buscarla una vez, no la encontré y ya está o ya la encontré y mi trabajo terminó ahí,  no, todos los días tenemos que dedicarle un ratito para poder mantenerla en el tiempo y no perderla. Se me vino a la cabeza la imagen de una hoguera, que comienza con una chispa y agitándola se enciende cada vez más y que de a ratos hay que agitar el fuego, poner más leña, así tenemos que hacer con nuestra luz interior. Es como alimentarla,  como todo en la vida, sino alimentamos a un niño, una relación, sino cuidamos una planta y la regamos, pueden pasar 2 cosas, se muere, se apaga esa luz o permanece en el tiempo con carencias. Pero si la cuidamos, la agitamos, la alimentamos y compartimos, no solo seremos felices nosotras, sino que habremos contagiado a otras personas a que también busquen, su  «bella luz interior».